Nunca se olvida la primera, por más que vayan siete y estés a punto de la octava. Junior conmemora este viernes los 41 años de la gran gesta inolvidable de su historia, la primera obtención del título del fútbol profesional colombiano, de la mano de una serie de jugadores que le enseñaron al equipo cómo ganar.

Aquel plantel, dirigido por el recién fallecido técnico argentino José Varacka, fue el primero en llegar a beber de las aguas de la victoria. Hoy en día, uno de sus jugadores, llevó a Junior a jugar su primera final internacional. Se trata de Julio Avelino Comesaña.

Aquel equipo aguerrido y con jugadores de buen pie tenía talento desde arco, hasta la delantera. Un portero como Juan Carlos Delménico, defensas de la casa como Dulio Miranda y Gabriel Berdugo, laterales con carácter como Jesús ‘Toto’ Rubio y Óscar Bolaño, volante con mucha garra como el mismo Comesaña y Eduardo Solari y una gran cantidad de jugadores con talento iniciando con Alfredo Arango, Juan Ramón Verón, Carlos Vidal y goleadores como César Lorea y Camilo Aguilar.

Ese equipo tuvo el suficiente amor propio para luchar contra viento y marea y llegar a la penúltima fecha con la oportunidad inmejorable de oportunidad de con una victoria ser campeones. El problema: era de visita y en Bogotá ante Santa Fe, una plaza donde siempre les había sido difícil a los barranquilleros.

El resultado, un primer tiempo que se ganaba por 3-0. Los gritos de Édgar Perea, narrado insignia en la historia del equipo, aún son recordados por los aficionados cuando aseguró que “nunca los había visto jugar así” que “así ganan los campeones de Colombia” y aseguró con la voz forzada por sus mismos gritos de emoción, que “Junior estaba masacrando a Santa Fe, para el partido árbitro”, antes del final del primer tiempo.

Al final, el 3-1 de visitante dejó al equipo campeón en el mismo Nemesio Camacho ‘El Campín’. Resulta interesante pensar que a más de cuatro décadas de ese momento único y feliz, Junior este nuevamente a 90 minutos de un partido como visitante de llevarse la consagración.

En esos 41 años mucha tela se ha cortado, mucha agua ha pasado por el Puente Pumarejo y muchas historias se han contado. Pero sin duda que en la cabeza de un hombre como Julio Comesaña están los recuerdos de esa noche fría de diciembre bogotano donde se hizo la gloria, para repetirla esta vez desde fuera de la cancha, a un lado del banquillo, al lado del que él mismo calificó como el mejor equipo de la historia de la institución.